La primera visita de un presidente estadounidense a México en casi una década no ha podido tener mejores prolegómenos para las relaciones bilaterales.

En vísperas del viaje, Joe Biden anunció un importante cambio en la política migratoria, aplaudido por su homólogo mexicano y criticado por organizaciones de derechos humanos, con el que aumentarán las devoluciones de migrantes a México en la frontera a cambio de más visas.

En México, las fuerzas armadas del presidente Andrés Manuel López Obrador detuvieron a uno de los hijos del encarcelado narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán a pesar de que los pistoleros del Cartel de Sinaloa intentaron evitarlo y el operativo costo 30 vidas. Ovidio Guzmán es buscado por Estados Unidos por tráfico de drogas.

Ambos presidentes, junto con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se reunirán en la Ciudad de México el lunes y martes para una cumbre norteamericana en la que, a pesar del reciente acuerdo migratorio, habrá muchos temas sobre la mesa: el cambio climático, la producción industrial, comercio, economía y cómo incrementar la influencia, integración, crecimiento y competitividad de América del Norte.

Biden llegará a Ciudad de México el lunes por la tarde donde tendrá un encuentro bilateral con López Obrador antes de que Trudeau se les una para la cena. La bilateral Estados Unidos-Canadá será el martes y luego la tripartita. Las reuniones entre los tres líderes norteamericanos se retomaron en noviembre en Washington después de cinco años. El miércoles será el encuentro México-Canadá.

Para Washington, los principales temas serán la migración, el narcotráfico y el impulso de Biden a los vehículos eléctricos y a la producción industrial.

López Obrador aspira a plantear que se desarrolle un gran plan regional de apoyo a los pobres del continente y se trate en términos de igualdad a todos los países latinoamericanos.

Además, México está buscando fondos para impulsar proyectos de energía solar y explotación de litio en medio de la controversia comercial en torno a sus leyes del sector eléctrico. Tanto Estados Unidos como Canadá consideran que esas normas violan el acuerdo de libre comercio norteamericano, el T-MEC, al considerar que privilegian a las empresas estatales mexicanas frente a las compañías privadas, más interesadas en invertir en energías limpias.

En cuanto a Canadá, el objetivo es simplemente “ganar algo de atención y espacio en esta cumbre”, comentó Louise Blais, una experimentada diplomática canadiense.

“El pragmatismo del negocio va a predominar”, consideró José María Ramos, investigador del Colegio de la Frontera Norte, una universidad especializada en temas transfronterizos.

Tanto la vecindad de México con Estados Unidos como los acuerdos comerciales existentes serían incentivos para que las fábricas del vecino del norte sigan reubicándose al sur de la frontera. Estados Unidos importó más de 380.000 millones de dólares en bienes mexicanos durante los primeros 10 meses de 2022, su tercera fuente más grande de importaciones después de China y la Unión Europea, según la Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio de Estados Unidos.

Canadá es el cuarto socio más grande de Estados Unidos en cuanto a importaciones y su mayor proveedor extranjero de productos energéticos en lo que el Departamento de Estado llama “la relación comercial más completa del mundo”.

Se espera que Estados Unidos y México continúen las conversaciones sobre cómo poner fin a una disputa sobre el maíz estadounidense, después de que México anunciara que prohibiría las importaciones de maíz genéticamente modificado.

La pesca o la prohibición del T-MEC de importar bienes fabricados mediante trabajo forzoso serán otros temas previsiblemente sobre la mesa así como las cadenas de suministro.

Analistas de Bank of America publicaron en octubre un reporte en el que calcularon que México podría aumentar su comercio hasta en un 30% si regresaran más cadenas de suministro a América del Norte. El informe señaló que ya había habido un aumento en la manufactura mexicana a medida que los legisladores y las empresas de Estados Unidos se enfocaban en tener más comercio con los países aliados que están cerca de los consumidores estadounidenses.

“Cada país llega con prioridades diferentes, pero hay puntos en común”, manifestó Enrique Perret, director gerente de la U.S.-Mexico Foundation, un grupo de investigación enfocado en la cooperación bilateral. “Se trata de competitividad, economía, educación y movilidad laboral”, agregó.

Pero no todo es color de rosa.

Los líderes de Canadá y México han expresado su preocupación por el plan “Compre lo hecho en Estados Unidos” de Biden. Y aunque el impulso del jefe de la Casa Blanca hacia los vehículos eléctricos es una bendición para ambas naciones debido a los créditos fiscales para las baterías fabricadas en América del Norte, existe la preocupación de que los aliados de Washington sean hechos a un lado.

Mientras tanto, la disputa entre Estados Unidos y Canadá con México en materia energética no avanza aunque, como dijo recientemente Raquel Buenrostro, titular de Economía, el gobierno mexicano está acelerando la búsqueda de soluciones porque cuanto antes se resuelva el tema de la energía, antes llegarán nuevas inversiones.

Pero las principales disputas comerciales son temas “complicados y no se resolverán en una cumbre de dos días”, comentó Carin Zissis de la organización Americas Society.

La química entre Biden y López Obrador también es delicada. Su relación es muy protocolaria y carece de la calidez y camaradería que Biden tiene con otros líderes mundiales.

López Obrador no ha ocultado sus buenas relaciones con el ex presidente Donald Trump —-tardó un mes en reconocer la victoria de Biden — y en esta administración ha endurecido su retórica contra Washington. Sin embargo, alaba a Biden y recibió con mucha satisfacción que el estadounidense decidiera aterrizar en el nuevo aeropuerto, uno de los proyectos insignia del mexicano, construido y gestionado por militares.

Biden ha expresado su preocupación por temas de seguridad, narcotráfico y por los asesinatos de periodistas en México, y Estados Unidos mostró su discrepancia con López Obrador cuando el mexicano decidió boicotear la Cumbre de las Américas en Los Ángeles el año pasado porque Biden no quiso invitar a mandatarios de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

“La relación es tan compleja que la liebre puede saltar por cualquier lado”, comentó Martha Bárcena, exembajadora mexicana en Washington. Y no sólo por las distintas prioridades de ambos gobiernos sino por las discrepancias en valores básicos, como la democracia.

Antes de viajar a la capital mexicana, Biden hará una escala el domingo en El Paso, Texas, su primera visita como presidente a la frontera a días del acuerdo migratorio según el cual México aceptó recibir cada mes a 30.000 cubanos, nicaragüenses, venezolanos y haitianos devueltos desde Estados Unidos y a cambio Washington ofrecerá cada mes visas temporales de trabajo al mismo numero de personas de esas cuatro nacionalidades si cumplen con ciertos requisitos, como llegar en avión.

El acuerdo es un intento por manejar la creciente cantidad de migrantes que llegan a la frontera de esas nacionalidades pero ha sido muy criticado por los colectivos de derechos humanos que alegan que los cambios recuerdan la línea dura de Trump.

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Verza reportó desde Ciudad de México. El periodista de The Associated Press Josh Boak contribuyó para este reportaje.

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