A ocho días del derrumbe en una mina de carbón del norte de México donde permanecen atrapados diez mineros, sus familiares se aferran a su fe para tratar de soportar la extenuante espera y el retraso de la operación de rescate que fue pospuesta la víspera tras el hallazgo de numerosos obstáculos en el socavón.

Luego de pasar cuatro noches durmiendo sentada en una silla de plástico a las afueras de esta mina ubicada en el municipio Sabinas del estado norteño de Coahuila, Liliana Torres se niega a abandonar el lugar y sigue aferrada a una fe inquebrantable de que su tío, Jaime Montelongo, saldrá con vida junto a sus nueve compañeros.

“A ratitos me siento cansada, pero de a poco me vuelve a dar fuerza”, le dijo la docente, de 32 años, a The Associated Press el jueves por teléfono, y admitió que la fuerza que la mantiene en pie es “la esperanza de que mi tío regrese”.

Montelongo ha sido considerado el héroe de la tragedia debido a que, tras escucharse el fuerte estruendo que generó el derrumbe e inundación de la mina la tarde del 3 de agosto, el minero de 61 años decidió descender al socavón para buscar a sus compañeros, pero nunca regresó.

Luego de trabajar casi cinco décadas en la minería, al igual que lo hizo su padre, Montelongo logró obtener una pensión, pero el escaso dinero que recibía lo obligó a retornar a las minas para trabajar sacando cubetas de carbón que llenaban sus compañeros.

Los mineros quedaron atrapados luego de que se derrumbó un área contigua de una vieja mina que estaba llena de agua, lo que provocó una fuerte inundación en tres de los pozos de la instalación de unos 60 metros de profundidad.

En la mina laboraban 15 trabajadores, pero sólo cinco lograron salir tras el ingreso del agua. Los mineros, todos de bajos recursos, trabajaban en el lugar sin medidas de seguridad ni supervisión de las autoridades.

Aferrados a una figura de San Judas Tadeo, que colocaron a las afueras de la mina en un improvisado altar junto a fotografías de Jaime y velas, Torres, sus tíos y primos esperan noticias de las autoridades sobre la suerte de los mineros.

“Están esperando mucho tiempo para el rescate”, dijo Torres al quejarse de la decisión que tomaron el miércoles las autoridades de posponer la operación, luego que buzos militares y rescatistas que descendieron unos nueve metros dentro de una canasta de metal al pozo número 4 reportaron el hallazgo de varios obstáculos que les impedían seguir avanzando.

El caso ha reactivado las críticas sobre las precarias condiciones en las que trabajan muchos mineros en México, sin cumplir con medidas de seguridad como sistemas de ventilación, salidas de emergencia y equipos de seguridad, y sin la supervisión de la Secretaría del Trabajo.

La Fiscalía General de la República y la Fiscalía de Coahuila iniciaron investigaciones y tomaron declaración a una persona que fue identificada como Cristian “S”, quien sería el propietario de la mina donde ocurrió el accidente.

La Fiscalía General de la República anunció el jueves por la noche en un comunicado que Cristian “S” fue imputado por su responsabilidad en “todos los actos de dirección y administración, en la explotación ilícita del subsuelo” a través de la mina de carbón, por lo que se estima que habría incurrido en el delito de explotación ilícita de un bien que pertenece a la nación.

De acuerdo con la información aportada por la Secretaría de la Defensa Nacional, dos buzos militares, tres rescatistas civiles y tres elementos militares del Equipo de Respuesta Inmediata a Emergencias o Desastres retiraron del pozo 13 polines de madera y 15 metros de manguera flexible.

La Coordinación Nacional de Protección Civil indicó el jueves que el fondo del pozo “se encontró despejado”, pero las entradas hacia las cuatro galerías de la mina están bloqueadas por pilotes de madera.

Las autoridades se comprometieron a continuar con las labores de bombeo de agua de los pozos para liberar las galerías y poder iniciar el rescate.

Desde el día del accidente iniciaron la extracción de agua de los pozos con la ayuda de una veintena de bombas de extracción. Sin embargo, el proceso se demoró debido a que el nivel bajaba con mucha lentitud, porque mientras el agua salía por un lado, entraba por otro. Ante esa situación el equipo a cargo de la emergencia decidió realizar dos perforaciones en el área para evitar que continuara ingresando más agua.

Unos 672 agentes de las fuerzas militares y otros cuerpos de seguridad participan en las labores.

Con respecto a la condición en la que se encontrarían los 10 mineros atrapados las autoridades no han ofrecido información, pero especialistas han reconocido que es muy complicado que puedan salir con vida y dicen que todo dependerá de si lograron encontrar un espacio para guarecerse del agua.

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