El sistema mecánico que usaba un barco para contar las vueltas que daba la hélice durante la travesía, inspiró a James Ritty para producir un invento que en el futuro iba a revolucionar la manera en que los negocios contabilizaban los ingresos en sus ventas diarias.

ésta es la historia del propietario de una cafetería en Dayton, Estados Unidos, llamado James Ritty, un hombre de aspecto bonachón y figura rechoncha que, harto de que sus empleados le sisaran parte del dinero de las facturas que abonaban sus clientes, decidió tomar cartas en el asunto. Aquellos hurtos debían terminar. Tenía que encontrar la manera de que cada vez que un cliente pagara un consumición ésta quedara registrada y guardada sin posibilidad de robo alguno.

UNA FAMILIA DE INVENTORES

El gusto de James Ritty por los inventos era algo que le venía de joven. Dos de sus hermanos, Sebastian y John, tenían alma de inventores y posiblemente fueran ellos quienes inculcaran en James aquella afición. Sebastian obtuvo varias patentes, entre ellas una para un tipo de herramienta agrícola y una caldera de vapor, mientras que John, mecánico de oficio (y futuro socio de su hermano James en la invención de la caja registradora), patentó varias máquinas para el descascarillado de maíz verde y montó una fábrica de conservas.

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