AFGÁNISTAN
  • Cuando el gobierno afgano se derrumbó y Estados Unidos se apresuró a realizar una evacuación frenética, la toma del país fue casi absoluta.

Combatientes talibanes inundaron la capital afgana el domingo en escenas de pánico y caos que supusieron un veloz e impactante fin al gobierno afgano y a dos décadas de Estados Unidos en el país.

El presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, abandonó el país y un consejo de funcionarios afganos, entre ellos el expresidente Hamid Karzai, indicaron que empezarían a negociar con los talibanes para formular la toma de control de la insurgencia. Hacia el final del día, lo único que quedaba por hacer era formalizar el control de los combatientes en todo el país.

La velocidad y la violencia de la victoria de los talibanes por todo el campo y las ciudades en la semana previa tomó desprevenidos al ejército estadounidense y al gobierno. El extenso complejo de la embajada de Estados Unidos en Kabul fue evacuado con vuelos de helicópteros militares estadounidenses organizados apresuradamente ,para transportar a diplomáticos estadounidenses y trabajadores de la embajada al aeropuerto militar de Kabul. En el aeropuerto civil de al costado, los afganos lloraban mientras suplicaban a los trabajadores de las aerolíneas que ubicaran a sus familias en los vuelos comerciales salientes, a pesar de que la mayoría de ellos permanecía en la pista para dar prioridad a los aviones militares.

El esfuerzo frenético de evacuación se desarrolló entre ráfagas ocasionales de tiroteos; el golpeteo de los helicópteros Chinook y Black Hawk estadounidenses en el aire ahogaba el tamborileo del tráfico. Las calles de Kabul estaban atascadas de vehículos, en tanto el pánico había gatillado una carrera para abandonar la ciudad.

Dos décadas después de que tropas estadounidenses invadieron Afganistán en busca de los terroristas de Al-Qaeda que atacaron el 11 de septiembre de 2001, el experimento estadounidense de consolidación nacional quedaba en ruinas, socavado por políticas equivocadas y a menudo contradictorias y por una insurgencia implacable cuyo poder de permanencia fue profundamente subestimado por los planificadores militares estadounidenses.

Más de 2400 tropas estadounidenses dieron la vida y miles más fueron heridos en un esfuerzo por construir un gobierno afgano democrático. Decenas de miles de civiles murieron en la lucha y miles más quedaron desplazados de sus hogares. Solo en los últimos días, mientras los talibanes avanzaban por el interior del país con vertiginosa rapidez, miles abandonaron Kabul.

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