¿Hay un exceso de chismes y cotilleos en la oficina? ¿Te afecta esta conducta que llevan a cabo tus compañeros? A continuación, te explicamos cómo afrontar dichas situaciones.
Los chismes en el trabajo se parecen a los virus. Es cierto que forman parte de cualquier ecosistema y que son casi como un sonido de fondo persistente. Pero pueden enfermarte, porque los murmullos y cuchicheos a tu espalda duelen e incomodan, crean fricciones con los compañeros y hasta ponen obstáculos a la productividad.
Muchas de estas dinámicas hirientes actúan como ventiladores que escampan críticas denigrantes y rumores tóxicos del todo infundados. No te extrañará, por tanto, que dichas conversaciones maliciosas tengan, a veces, un serio impacto en la salud mental de los trabajadores. Por ello, es necesario disponer de herramientas eficaces para protegerse de las mismas.
A continuación, compartimos algunos consejos con el fin de que salvaguardes tu bienestar en estos contextos.
«La mejor munición contra las mentiras es la verdad; pero no hay munición contra los chismes. Es como la niebla que el viento claro sopla y el sol la quema».
Efectos de los chismes en el trabajo
Hay un hecho curioso. Los chismes actúan, en ocasiones, como el pegamento social que une a los grupos en los escenarios laborales. Tienen un lado positivo, porque sirven para transmitir información -veraz o no- y facilitan, al mismo tiempo, la formación de pequeños núcleos de individuos. Sin embargo, también evidencian un reverso oscuro y problemático.
Una publicación de Frontiers in Psychology enfatiza esta misma particularidad. En algunos casos resultan funcionales; en otros, estos rumores se convierten en conductas perjudiciales que buscan dañar la reputación de alguna figura. De hecho, es probable que sepas lo que se siente en estas mismas circunstancias. Y no es algo agradable.
En las siguientes líneas, te describimos qué consecuencias acarrean los chismes en el trabajo.
Hieren la imagen personal
Los chismes son, por encima de todo, información no verificada que se extiende en un entorno laboral. Aparte, poseen la particularidad de expandirse más rápido que la velocidad de la luz y de tener, casi siempre, un contenido morboso que denigra o devalúa a la víctima. Esto, en caso de mantenerse en el tiempo, trae serias consecuencias.
Tal y como señala un artículo de la revista Frontiers in Public Health, los rumores negativos perjudican la salud mental de los empleados y lo hacen a través del capital psicológico.
Es decir, la persona ya no sabe cómo relacionarse con los demás y sufre un daño en su autoimagen. Ese atentado emocional a la reputación afecta a su credibilidad y al desarrollo en la propia empresa. Son experiencias muy debilitantes.
Distracción y pérdida de productividad
Quien escampa rumores desplaza la atención de lo que es importante, hacia lo superficial e infundado. Estarás de acuerdo, además, en que los chismosos despistan al resto, descuidan sus tareas y se focalizan en conversaciones inútiles y dañinas. Solo buscan ese combustible cotidiano con el que nutrir su malicia y los oídos de los demás con calumnias o medias verdades.
Tales dinámicas no solo impactan al rendimiento, sino que elevan el riesgo de errores, de atrasos y descuidos en la responsabilidad laboral.
Clima de trabajo tóxico y hostil
Los chismes en el trabajo, cuando son persistentes y de valencia negativa, crean escenarios irrespirables. En caso de que no se pongan filtros ni barreras a las habladurías, tarde o temprano, aparecerán los antagonismos y la hostilidad.
En este sentido, un interesante libro, Dark Sides of Organizational Life Hostility, Rivalry, Gossip, Envy and other Difficult Behaviors, recopila los lados oscuros de la vida organizacional, detallando que los chismes, la envidia y la rivalidad son esas dinámicas vitriólicas que llenan de toxicidad cualquier escenario laboral. Y esto, como puedes imaginar, se traduce en climas de desconfianza y baja productividad.
Estrés y malestar emocional
Todos, en algún momento, sentimos interés por los comentarios chismosos. Tienen un componente jugoso que estimula la curiosidad y que nos genera un pequeño pico de serotonina y dopamina. No obstante, como demuestra la experiencia, tales conversaciones maliciosas implican un coste emocional.
Cuando los comentarios y rumores sobre ciertas personas se mantienen en el tiempo, hay un desgaste mental inmenso. Pero dicha negatividad va más allá de las propias víctimas. Se crea un ambiente general de inseguridad porque la mayoría asume que, en algún momento, también. Algo así se transforma en estrés, preocupación y malestar.