La búsqueda de cuatro días del sumergible Titán ha llegado a un final trágico.
Los informes han confirmado que el submarino estuvo sujeto a una “implosión catastrófica” en algún momento durante su viaje hacia el naufragio del Titanic, que habría matado a los cinco pasajeros al instante.
Un vehículo operado por control remoto encontró en el fondo del mar un campo de escombros que comprende “cinco piezas principales diferentes de escombros” de varias secciones del sumergible, a unos 500 metros de la proa del Titanic, dijeron las autoridades.
Estos hallazgos están en línea con noticias anteriores de que la Marina de Estados Unidos detectó una firma acústica “consistente con una implosión” el mismo día que el Titán comenzó su descenso.
Los sensores del lecho marino de la Marina detectaron la señal en el área general en la que el buque se zambullía cuando perdió la comunicación con su nave nodriza.
En su momento, la señal fue considerada “no definitiva”.
Podemos suponer que la implosión realmente ocurrió el primer día de la inmersión, pero quizás no exactamente al mismo tiempo que se perdió la comunicación con la nave nodriza.
La mayoría, si no todos, los sumergibles y submarinos que operan en profundidad tienen un recipiente a presión hecho de un solo material metálico con alto límite elástico.
Suele ser acero para profundidades relativamente poco profundas (aproximadamente menos de 300 meros) o titanio para profundidades más profundas.
Un recipiente a presión de titanio o acero grueso suele tener una forma esférica que puede soportar las presiones aplastantes que se pueden esperar a 3 mil 800 metros, la profundidad a la que se encuentra el naufragio del Titanic.
El Titán, sin embargo, era diferente. Su recipiente a presión estaba hecho de una combinación de titanio y fibra de carbono compuesta.
Esto es algo inusual desde la perspectiva de la ingeniería estructural, ya que, en un contexto de buceo profundo, el titanio y la fibra de carbono son materiales con propiedades muy diferentes.
El titanio es elástico y puede adaptarse a una amplia gama de tensiones sin que quede ninguna tensión permanente medible después del retorno a la presión atmosférica. Se contrae para ajustarse a las fuerzas de presión y se vuelve a expandir a medida que se alivian estas fuerzas.
Un compuesto de fibra de carbono, por otro lado, es mucho más rígido y no tiene el mismo tipo de elasticidad.
Solo podemos especular sobre lo que sucedió con la combinación de estas dos tecnologías, que dinámicamente no se comportan de la misma manera bajo presión.