BARCELONA — Sergio Busquets abandonará el Barcelona al acabar la temporada. Conocida la noticia el pasado martes, un día después el club lo hizo oficial a través de sus redes sociales con un vídeo de dos minutos de duración en el cual el aún capitán se despidió con un sentido discurso en el que se mezclaron imágenes de su carrera como azulgrana.

“Ser del Barça es lo mejor que hay”, acabó el mensaje de Busquets, quien proclamó haber vivido un sueño irrepetible. “Ha sido un camino inolvidable, desde pequeño cuando venía a ver los partidos o los seguía por la tele siempre soñé jugar con esta camiseta y en este estadio pero la realidad ha superado a todo lo soñado.

“Ha sido un honor, un sueño, un orgullo… Lo ha sido todo poder defender y representar este escudo durante tantos años, pero todo tiene un inicio y un final y aunque no haya sido una decisión fácil creo que ya ha llegado el momento”, reveló, haciendo extensivo su agradecimiento a todos los estamentos del club, con especial énfasis a sus compañeros, “con los que he compartido miles de horas de convivencia, bromas, charlas, entrenos, partidos, alegrías, tristezas, celebraciones… Todo”.

Con más de 700 partidos a sus espaldas (hoy suma 719), Busquets, que en el mes de julio cumplirá 35 años, seguirá su carrera, muy probablemente, en Arabia Saudita, desde donde el Al-Nassr de Cristiano Ronaldo y el Al-Hilal que también persigue el fichaje de Lionel Messi le han remitido a sus representantes sendas ofertas con un salario superior al los 18 millones de dólares, unas cifras mucho mayores de la propuesta que tiene sobre la mesa del Inter Miami CF para sumarse a la MLS.

La marcha de Busquets pondrá el punto y final a una época legendaria del Barcelona, siendo el último futbolista que quedaba de la primera temporada que dirigió Pep Guardiola al club (2008-09) y que se cerró con el inolvidable triplete que, meses después, dio paso al histórico sextete, único junto al logrado en 2020 por el Bayern Munich.

Siempre alejado de los focos, a la sombra ya fuera, lógico, de Messi o de Iniesta y Xavi, la presencia del mediocampista catalán ha sido capital para explicar los éxitos del Barça en los últimos quince años. A través del triángulo que formó con estos dos últimos, en un estilo tan inconfundible como soberbio, se convirtió el equipo azulgrana en referencia futbolística de todo el mundo y cuando sus compañeros de fatigas y éxitos fueron abandonando (Xavi en 2015 e Iniesta en 2018) se convirtió en el último guardián del estilo, entendiéndose hoy su figura tan o más insustituible que la de aquellos.

“Solo hay una cosa mejor que saber pasar el balón con acierto: saber dónde hacerlo antes de recibirlo”, dijo un día Pep Guardiola para referire a Busquets. Él ha sido el ancla y el pasador indispensable, el jugador que siempre supo leer mejor que nadie los partidos y las necesidades del equipo en cada momento y que no precisó destacar por sus dotes goleadoras (apenas 18 goles en 719 partidos) para ser vital en el juego ofensivo del Barça.

Su regularidad, insultante, se demuestra en que desde su debut en septiembre de 2008 siempre superó los 40 partidos por temporada y que en todas y cada una de las alineaciones de referencia durante estos últimos quince años estuvo presente su figura.

Indispensable como ha sido, los últimos años no ha disfrutado del elogio que su carrera merecería. Las debacles europeas, la pérdida de dominio del Barça en el continente y en España con él en el terreno de juego ha abonado una crítica despiadada que ha soportado con estoicismo y sin una mala palabra. De hecho pocos como él para entender qué significa este club, cuando siendo un niño ya vivía de cerca esa presión personalizada en su padre Carlos, portero que entre 1991 y 1998 disputó 126 partidos oficiales con el primer equipo.

No se entendería el mejor Barça de la historia sin los goles y genialidades de Messi, tampoco sin la magia de Iniesta ni la prestancia de Xavi… Pero igualmente sería imposible explicarlo sin su presencia en el centro de todo. Y con su salida acude al plano la pregunta imposible de responder: ¿quién ocupará su lugar?

“Algún día habrá que acostumbrarse a jugar sin él y más que sustituirle habrá que ocupar el puesto con un juego distinto”, avisó en su día Ernesto Valverde, cuando la llegada de Frenkie de Jong aventuró que el neerlandés estaba llamado a ser su sucesor. Cuatro temporadas después se ha descubierto que pudiéndolo ser, nunca podrá ocupar su lugar…

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