México, y en general el continente americano, llevan un siglo haciendo las “cosas mal” en su estrategia contra el narcotráfico, situación que ha recrudecido la violencia y la cual desmenuza el investigador mexicano Carlos Pérez Ricart en su libro “Cien años de espías y drogas: La historia de los agentes antinarcóticos de Estados Unidos en México”.
“En México y otras partes de nuestro continente tenemos la certeza de que hemos hecho siempre todo mal, 100 años de hacer las cosas mal”, señala el autor en entrevista.
Con la pregunta de “¿Cómo llegamos hasta acá?”, Pérez Ricart inicia un relato que narra la infiltración desde hace casi un siglo de agentes estadounidenses antinarcóticos en México y cómo esto incidió en el auge del narcotráfico en el país y en todo el continente.
“Es un ejercicio que me permite hacer inferencias sobre el presente, entender cómo operan hoy, cómo funcionan hoy, qué hacen los agentes antinarcóticos de Estados Unidos en México, con quién se relacionan, cómo se relacionan”, puntualiza.
El académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), señala que tuvo que irse hacia el pasado, adentrarse en los archivos del Departamento de Estado, del Departamento de Justicia, de la Agencia Antidrogas (DEA), entrevistar a agentes antidroga estadounidenses para reconstruir la historia.
AÑOS DE OPERAR EN MÉXICO
Para Pérez Ricart que las investigaciones mostraran el claro desempeño de la DEA en México no fue nada nuevo, pero sí lo fue encontrar registros de su presencia en el país desde, por los menos, 1930.
“Por eso el libro se llama “Cien años de espías y drogas”. Es decir, han operado de la misma manera en la que operan ahora”, comenta.
Señala que, además, los agentes estadounidenses lo hacen rodeándose de criminales y personas que pertenecen al “ecosistema” del narcotráfico y que operan con total impunidad en el país, incluso usando armas y uniformes de dependencias como la Secretaría de Marina.
“¿Cómo llegamos hasta acá? ¿Cómo después de 100 años llegamos a tener agentes de la DEA con uniforme de Marina, con pistolas, con rifles de la Marina, como si pudieran ejercer labores policiales en México?”, cuestiona.
Por ello, dice el escritor, el libro busca entender el pasado para comprender el presente, como en el caso del narcotraficante Rafael Caro Quintero, fundador del Cartel de Guadalajara, quien estuvo en prisión durante 28 años, fue puesto en libertad en 2013 y fue recapturado hace unas semanas.
“(El caso) nos recuerda que, insisto, no se logró encontrar respuestas en el pasado y como no se logró terminar con ese pasado sigue persiguiéndonos”.
CORRUPCIÓN E IMPUNIDAD
El investigador señala que una de las cosas que encontró durante la elaboración del libro fue la “completa impunidad e ilegalidad” con la que operan los agentes estadounidenses en México, lo que ha permitido que, además, participen libremente en otro tipo de delitos.
“Lo que encuentro es eso: la completa impunidad, la ilegalidad y la participación de agentes antidroga de Estados Unidos en secuestros, en ejecuciones extrajudiciales, en casos de desapariciones y, en general, en graves violaciones a los derechos humanos avaladas incentivadas y protegidas por agentes de la DEA de México”, lamenta.
Los agentes, dice, han “socializado” con policías y militares mexicanos a quienes hacen partícipes de que la guerra contra las drogas es “muy conveniente”.
“No necesitan estar los agentes en México, basta, y realmente basta, con que socialicen a las policías o sus pares mexicanos para que estos hagan exactamente lo que ellos harían. Entonces crean estos famosos grupos de inteligencia que funcionan como correas de transmisión de los ideales, de los valores, de las prácticas, de las técnicas de la propia DEA en nuestro país”, expresa Pérez Ricart.
Asimismo, señala que aunque siempre existe la idea del policía bueno y el malo, en la realidad la distinción entre ambos es menos clara.
“La propia forma en la que operan genera incentivos y crea dinámicas violentas en México al platicar, al negociar con informantes, al vender información, al comprar informantes están perpetuando una misma lógica de violencia”, señala.
Finalmente, el escritor considera que este libro muestra “el fracaso de las políticas antidrogas” pero es también una oportunidad para abrir la conversación para cambiar el rumbo.
“Seguir pensando que podemos seguir haciendo lo mismo 100 años, después nos va a llevar a más muertos, a más heridos y a una cosa completamente irracional”, concluyó.
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