A inicios de semana, el presidente estadounidense Joe Biden dijo en Tokio que su país intervendría militarmente si China invade Taiwán –una amenaza omnipresente desde hace algunos años– pero que no es una situación inminente. En esta entrevista, el académico y analista internacional peruano explica el vínculo entre el conflicto entre Rusia y Ucrania con China, y qué podría implicar una confrontación sino estadounidense para Latinoamérica.
–¿Cómo se entiende lo que dijo el lunes el presidente estadounidense Joe Biden sobre Taiwán en su visita a Japón? Si bien el tema ha estado en la palestra desde hace meses, ¿por qué ahora?
-De un lado, tenemos la relación de Estados Unidos con China, que se deterioró significativamente bajo la administración Trump y que no ha mejorado bajo Biden. En ese sentido, cosas que pudieran sonar provocadoras para China, en un contexto donde el sentimiento de que China es un rival y no un socio es algo bipartidista en Estados Unidos pero, a la vez, no contribuye a mayor deterioro en una relación que ya estaba en un punto crítico y hasta podría tener repercusiones positivas, localmente. Recordemos que el proteccionismo contra China es algo que compartían actores tan disímiles como Bernie Sanders o Donald Trump.
–¿Era previsible, entonces, por el contexto de que Biden estaba en gira por naciones asiáticas donde el tema es más sensible y permanente?
-Para los países del Indo Pacífico (Japón, Corea del Sur, India) hay una situación particular y es que mientras quieren como socio de seguridad a Estados Unidos, al mismo tiempo quieren como socio comercial a China, entre otras razones porque Trump se retiró del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y, por ende, Estados Unidos había dejado de ofrecer gran cosa en materia sobre todo comercial. La paradoja es que Biden sí introduce [ahora] un acuerdo económico [para esos países], pero donde lo comercial es probablemente lo menos importante, porque no puede ofrecer a cambio de las concesiones que pide acceso al mercado norteamericano, porque cualquier intento de bajar aranceles significativamente requeriría un apoyo del Congreso que probablemente no tiene. Entonces, el acuerdo comercialmente es lo menos importante y no resuelve el problema de que económicamente la región Indo Pacífico tiene una relación más estrecha con China que con Estados Unidos, pese a que algunos de esos países temen a China, por temas de seguridad.
-¿Cómo se vincula el caso de Taiwán con lo que sucede hoy en Ucrania? ¿Es Taiwán la Ucrania de China?
-Sí, porque en ambos casos los gobernantes creen que [el otro] no es un país real y que debió ser parte siempre de su propio Estado. La referencia a Taiwán es uno de estos errores que se han vuelto relativamente comunes con Biden, pero esto de decir que si China ataca a Taiwán entonces Estados Unidos intervendría militarmente para proteger a Taiwán, es la tercera vez, y ya uno empieza a preguntarse si es posible cometer este error tres veces, sobre todo con alguien de su experiencia.
Una posibilidad, que es una hipótesis solamente, es que haya cierta consciencia de que Occidente no haya enviado un mensaje claro a Rusia sobre qué haría si invadiera Ucrania: en 2008 Rusia interviene en Georgia y no se le retira del G8. Cuando Rusia se anexa Crimea en 2014, sí se le retira del G8 y se le aplican sanciones, pero no perduran en el tiempo, y, por ejemplo, Alemania no detiene la construcción del gasoducto Nordstrom 2 y hasta la víspera de la invasión se rehusaba a enviar armas letales a Ucrania. Entonces, tal vez haya un cálculo según el cual, si hubiera habido un mensaje más claro a Rusia en el pasado, [Putin] probablemente no hubiera invadido Ucrania. Para mí es más o menos claro que la disuasión falló en Ucrania, que Rusia pensaba que la respuesta occidental no iba a ser tan contundente y la prueba es que dejó casi la mitad de sus reservas internacionales en bancos occidentales, hoy bloqueadas, y no pensó que fueran a llegar a tanto.
-¿Qué gana y qué pierde Estados Unidos apoyando a Taiwán, y desafiando a China con el tema?
-Taiwán es más importante para Estados Unidos que Ucrania. Con Ucrania no había ningún acuerdo de seguridad, es el socio comercial número 67 de Estados Unidos. Taiwán es uno de los 10 primeros socios comerciales de Estados Unidos y la producción de semiconductores de Taiwán, que tiene la mayor empresa mundial de producción de chips, es fundamental para una serie de cadenas de suministro y productos electrónicos como los iphones, y con el país asiático, aunque sea ambiguo sí hay un acuerdo explícito de seguridad. Y si Estados Unidos ha intervenido tan explícitamente en la guerra de Ucrania, claramente tienes todos los indicios de que también lo haría en el caso de Taiwán. Ya no puedes tener mayores dudas al respecto.
La política hasta ahora [de Estados Unidos.] es que sí les preocuparía un intento de reunificar China por la vía militar, pero no dar el paso siguiente –que es asegurarle a Taiwán que acudirías militarmente en su defensa– probablemente ya no sería suficiente, y quizás sea mejor para evitar equívocos dejar en claro que sí se apoyaría militarmente a Taiwán. Ahora, Estados Unidos no tiene gran presencia militar en Taiwán, y en la eventualidad de que China intente bloquear la isla, no queda claro cómo el país norteamericano haría llegar armamento a Taiwán que no tenga ya en la isla. Eso es una diferencia importante con Ucrania, y probablemente hace que [Biden] haya sentido la necesidad de ser más claro.
–¿Y China, qué gana o qué pierde invadiendo Taiwán?
-Una de las pocas cosas buenas que va a salir del conflicto en Ucrania es que, probablemente, Rusia ya no tenga la capacidad ni la voluntad de invadir a otros países en el futuro inmediato. Pero, además, es que le hará pensar dos veces a China antes de lanzarse a una ofensiva contra Taiwán. Y, en segundo lugar, la relación económica de China con Taiwán es buena y mutuamente provechosa, y [el gobierno de] Taiwán creo que ya entiende que una declaración unilateral de independencia, que sería casus belli para China. Ahí sí que la afirmación china es clara: ‘si declaran independencia los atacamos’. Pero el ataque es una provocación innecesaria y Estados Unidos no [los] apoyaría. Ese es el elemento de la llamada ‘ambigüedad estratégica’. Tampoco quieres que Taiwán, amparado en la promesa de seguridad estadounidense, lance provocaciones gratuitas e innecesarias contra China.
La otra cosa que te indica [el caso de] Ucrania, es no solo que las potencias occidentales estarían dispuestas a intervenir, pues si lo hicieron por Ucrania probablemente con mayor razón lo harían por Taiwán, pero, además, no es tan fácil prevalecer. Por eso Taiwán tiene lo que llaman ‘la estrategia de puercoespín’, que sería liderar una guerra asimétrica, donde Taiwán entiende que no puede pelear de igual a igual con China. Pero lo que demuestra [el caso de] Ucrania es que, siendo una fuerza inferior, a través de una guerra asimétrica puede causar un enorme daño…eso haría cualquier invasión china [a Taiwán] una victoria pírrica.
¿UNA NUEVA GUERRA FRÍA?
-¿Cuál es el rol hoy de Taiwán en la economía mundial, por ejemplo, con su industria de semiconductores? Cuesta creer que China, con todo su poderío, no pueda hacer chips, pero Taiwán sí.
-Lo que hay que entender es que China es una potencia tecnológica de muy reciente data, con un tránsito similar al japonés. Cuando Japón empezó a industrializarse era igual, el auto japonés era sinónimo de auto barato, pero de mala calidad. Pero Japón pasó de Toyopet que era el primer auto exportado que era un desastre, al Lexus. Entonces, la adquisición de tecnología de punta es un proceso, primero te desarrollas industrialmente y empiezas copiando tecnología intermedia, pero copiar tecnología de punta ya es más difícil.
Una de las lecciones que ha derivado China de la crisis de la globalización y la pandemia, de la guerra en Ucrania y las sanciones contra Rusia, y lo han dicho explícitamente, es que van a promover la tecnología local en todo lo que hoy importan y que podría ser importante para su economía. Es cuestión de tiempo que China pueda producir semiconductores. Probablemente no de la misma calidad que los taiwaneses, pero el punto no es tener el mejor semiconductor sino tener chips de producción local que te eviten depender de potenciales rivales. Por ejemplo, leí hace poco que algún armamento ruso aun usa elementos electrónicos importados de occidente que no puede importar en este momento, y China no quiere estar en esa posición.
–¿Es posible que una parte de la sociedad taiwanesa se vuelque hacia China un día y se concrete una asimilación, más que una invasión?
-Honestamente creo que es más probable un triunfo de nacionalistas que quieran declarar independencia que los que quieren un acercamiento con China. Beijing ha quemado los puentes comportándose de la forma como se han comportado en Hong Kong, violando además el acuerdo sino británico, sobre cómo debía comportarse una vez que la isla pasase a manos del gobierno chino. China ha violado sus promesas a Hong Kong, entonces ¿por qué iba a creerle Taiwán cuando le hace promesas, por ejemplo, de ‘un país, dos sistemas’?, es una promesa que le hizo a Hong Kong y que ya no tiene credibilidad.
–Algunos dicen que un conflicto China-Taiwán y el apoyo militar de Estados Unidos a la isla podría dar pie a la Tercera Guerra Mundial…
-Estados Unidos casi no tiene soldados en Taiwán, y los que están ahí es para adiestrar a los soldados taiwaneses. Pero si miras Ucrania y te pones a pensar, desde el punto de vista de los intereses de OTAN, están debilitando a Rusia sin perder una gota de sangre en el proceso, en una guerra por proxy, como hicieron con la URSS en Afganistán, desangras a tu rival a bajo costo, porque no peleas directamente. Ahora, bajo costo no es, porque los costos económicos son severos, pero no pagas el costo directamente de pelear con ese rival, lo desangras a la distancia, apoyando un tercero, que es quien pelea con ese rival.
-¿Cómo afecta a Latinoamérica esta tensión de Estados Unidos y China por Taiwán? Acá están países como Paraguay, Honduras, Guatemala que apoyan a Taiwán versus el resto, que hacen negocios con China y donde la potencia es vital para su economía.
-Por suerte, China no objeta que los países tengan relaciones económicas con Taiwán, pero sí que le otorguen reconocimiento diplomático. Pero eso no solo está menguando, sino que a estas alturas ya es insignificante: ninguna economía de tamaño medio hacia arriba en la región de Latinoamérica y el Caribe tiene relaciones diplomáticas con Taiwán.
Pero si el conflicto entre Rusia y Ucrania está teniendo los efectos que estamos viendo en materia de inflación y escasez de alimentos… entonces, una guerra entre China y Taiwán –salvo en el escenario improbable de que China prevalezca muy rápido y a bajo costo, pero ese escenario me parece improbable– y donde Estados Unidos tome partido por Taiwán, y quizás Europa Occidental haga lo mismo, tendría un efecto mucho mayor sobre nosotros. No solo porque China es un socio comercial más relevante que Rusia y Ucrania juntos, sino porque ya es la segunda mayor economía del mundo y la principal fuente de crecimiento de la economía internacional. Eso está menguando sin necesidad de guerra porque China está padeciendo su primera ola de pandemia recién, pero en caso de guerra el efecto sería aún más devastador. Si ya lo de Ucrania y Rusia nos pega tan fuerte, una guerra que involucre a China sería de un efecto aún mayor. Y China, además de ser el primer socio comercial para países como Chile y Perú, es fuente de inversión extranjera en nuestras economías, cosa que no son ni Ucrania ni Rusia.
–Está la posible disyuntiva de tener que elegir un bando…como en la Guerra Fría.
Si el mundo se va transformando en bipolar no depende de nosotros [los latinoamericanos], pero sí es cierto que, como decía un tema de salsa, ‘si del cielo caen limones, habrá que hacer limonada’. Si estás atrapado en el conflicto de dos superpotencias, debes tratar de sufrir las menores consecuencias y obtener los mayores beneficios. Tratar de no ser una víctima de una potencial guerra fría entre China y Estados Unidos y tratar de sacar las ventajas que esa confrontación te permita. Pero, en honor a la verdad es que, mientras en la URSS y Estados Unidos virtualmente no había relaciones económicas, China y Estados Unidos dependen tanto el uno del otro económicamente que tienen más incentivos para resolver sus diferencias con negociaciones. Y, a diferencia de URSS y el Pacto de Varsovia, la proyección de poderío militar de China es sumamente limitada, entonces yo no juraría algo parecido a [un escenario de] Guerra Fría.
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