Durante las labores de reconstrucción de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, dañada por el fuerte sismo de 2017, los trabajadores encontraron una veintena de pequeñas cajas de plomo en una especie de nicho instalado en la cúpula central con objetos religiosos en su interior, informó el viernes el gobierno.
Pero quizás lo más curioso es que al menos una de esas cajas ya había sido encontrada hace más de 200 años y fue colocada de nuevo en el interior de la cúpula con una nota manuscrita en su interior.
Según un video presentado durante la conferencia presidencial matutina diaria, el hallazgo -cuya relevancia está todavía en estudio por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia- tuvo lugar el 30 de diciembre.
Cuando se estaba llevando a cabo el aplanado en la cúpula se desprendió una baldosa de barro que cubría un nicho orientado al norte y en su interior los trabajadores encontraron una caja rectangular de plomo con inscripciones en latín.
A esa caja le siguieron otras, algunas con inscripciones de nombres de santos o seres divinos. Según las fotografías, las cajitas eran como mucho del tamaño de una mano, de unos once centímetros por siete.
En su interior se encontraron pinturas -una por ejemplo de Santa Teresa—, cruces de manera y palma y fragmentos de posibles medallones de barro y cera.
En la caja que tenía grabado el nombre de San Juan Bautista había una nota referente a su hallazgo hace dos siglos escrita por los pintores que intervinieron la catedral posiblemente como parte del equipo del arquitecto Manuel Tolsá, que trabajó en el templo en la parte final de su construcción.
La nota manuscrita enumera los nombres de pintores y albañiles y dice que esas personas “cuando se pintó esta cúpula, año de 1810, encontraron estas reliquias de su santidad Juan Bautista. Rogad a Dios por sus almas, por amor de Dios”.
El escrito agregaba que en ese momento era virrey el arzobispo Francisco Javier de Lizana y Beaumont, que en España gobernaba el rey Fernando VII y en Francia Napoleón Bonaparte.
Una vez que se terminen de analizar los hallazgos se prevé que las cajas vuelvan a ser colocadas y cerradas en los nichos para su resguardo. Las primeras hipótesis apuntan a que se trata de imágenes de los santos protectores de la ciudad, explicó Arturo Balandrano, de Secretaría de Cultura.
La catedral de la Ciudad de México se construyó entre 1573 y 1813 sobre el Templo Mayor que era el centro espiritual de Tenochtitlán, la capital del imperio azteca que cayó en manos de los conquistadores españoles en 1521.
Hoy se levanta en un lateral de la principal plaza de México, el Zócalo, un espacio donde son habituales los hallazgos arqueológicos cada vez que se hacen obras.
Durante la conquista fue habitual que los españoles construyeran sus iglesias sobre templos prehispánicos con la intención de desplazar a los dioses aztecas. Pero los arqueólogos tampoco descartan que también pudiera haber fines prácticos en esta estrategia dado que los templos prehispánicos tenían buenos cimientos, muros y pisos que los españoles podían reutilizar.
El lecho lodoso de la Ciudad de México, levantada sobre lo que antaño era un lago, y los recurrentes terremotos han ido afectando a la Catedral que se hunde paulatinamente, indicó Balandrano. De ahí que los trabajos de reconstrucción sean casi constantes.
En el sismo de septiembre de 2017, de magnitud 7,1 y que mató a más de 360 personas, la mayoría en la ciudad, se dañaron dos torres y las cúpulas.
El funcionario agregó que en las últimas labores en el templo se tendieron los pilotes que mantienen la estabilidad de la estructura, se retiró toda la flora parásita que crece en las juntas de las piedras y se rehabilitó el pararrayos y todo el sistema eléctrico para evitar chispazos o incendios como los ocurridos en el pasado.
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