No ha existido una conversación que haya tenido con algún empresario en los meses recientes en la que no aparezca como una de sus principales preocupaciones la escasez de mano de obra.
Hay regiones y sectores en los que se acentúa. Por ejemplo, en ciertos polos del sector hotelero el porcentaje de vacantes alcanza prácticamente el 20 por ciento. Es decir, una de cada cinco plazas disponibles no ha podido ser cubierta.
Ocurre lo mismo en las industrias exportadoras en las que, sobre todo, mano de obra con cierto grado de calificación no puede ser captada.
Pero el tema es generalizado. Incluso, puestos de trabajo escasamente calificados en la Ciudad de México, no son fáciles de contratar y tienen una gran rotación, es decir, el personal permanece poco en sus posiciones y se mueve a otra actividad.
¿Qué es lo que dicen las estadísticas disponibles?
El dato más reciente para la tasa de desempleo a nivel nacional es de 3.3 por ciento. Se trata de un nivel que puede considerarse de pleno empleo y está entre los más bajos desde que el INEGI calcula esta estadística.
Otro indicador relevante es el de la población ocupada total, que alcanzó ya los 57.4 millones de personas, que es la mayor cifra de la historia.
Claro, este indicador crece impulsado también por el tamaño de la población total.
No puede dejar de mencionarse que una parte sustancial de las personas que trabajan lo hacen en la informalidad.
Se trata del 55 por ciento de la población ocupada. Aunque ha tenido en los últimos años una tendencia a la baja, pues llegó al 61 por ciento en el año 2010, sigue siendo una cantidad descomunal.
De hecho, lo que ha sucedido en el mercado laboral después de la pandemia es que ha existido un traslado frecuente de trabajadores de la formalidad a la informalidad y viceversa.
Ya existía desde hace años esta tendencia, pero se acentuó tras el confinamiento.
Para quedarse en la formalidad, muchos trabajadores están demandando más salario y mejores condiciones de trabajo.
Si analizamos la evolución del salario medio de cotización del IMSS, observamos un crecimiento de 11.3 por ciento en términos nominales en los últimos 12 meses. Si se quita el efecto de la inflación, observamos un crecimiento real de 2.4 por ciento.
Pero si consideramos el plazo de septiembre de 2018 al mismo mes de este año, el alza nominal fue de 36.6 por ciento y el aumento acumulado ya es de 10.7 por ciento en términos reales.
A diferencia de lo que ocurre con los salarios mínimos, que son fijados por decreto o de las negociaciones contractuales, que dependen de la fuerza de los sindicatos, el salario medio con el que se cotiza al IMSS nos da un pulso del mercado laboral.
Cuando crece es que hay una falta de trabajadores, por lo que las remuneraciones tienden a subir.
Por cierto, no se trata de un fenómeno que ocurra exclusivamente en México. En Estados Unidos es quizás el tema laboral número uno.
La creación de 263 mil nuevos puestos en septiembre, volvió a confirmar la impresionante fuerza que tiene este mercado, que en el último año generó 5 millones 690 mil nuevos empleos.
Además de los procesos de relocalización industrial, una de las razones más poderosas por las que algunas empresas, sobre todo norteamericanas, están buscando establecerse en México es porque en EU simplemente no consiguen trabajadores.
Como se ha dicho en múltiples ocasiones, esta coyuntura es extraordinaria y México debería aprovecharla creando condiciones para atraer más inversión foránea y generar una estrategia para crear cadenas de proveedores locales.
Ya lo hemos dicho en varias ocasiones, pero no sobra repetirlo: es una oportunidad única que no va a volver a presentarse hasta dentro de muchas décadas, si es que alguna vez lo hace.
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