La cantante y compositora se reencuentra con sus raíces a través de Familia, un álbum que celebra la herencia y la música latinoamericana.
Cuando en 1993 el crítico y teórico Arcadio Díaz-Quiñones escribió sobre la condición contemporánea de la cultura puertorriqueña en los Estados Unidos afirmó algunas verdades. Tal vez la más grande –y la más palpable– sea aquella que sentencia que ‘el sentido de pertenencia, un sentimiento de ‘hogar’ y de comunidad, se afirma con mayor énfasis desde la distancia, cuando hay incertidumbre en cuanto al lugar’. Quiñones hacía referencia a aquellas generaciones de nacidos en Norteamérica con ascendencia en la isla cuando teorizó que ‘el migrante refuerza la necesidad de mantener identidades e incluso de formar nuevas descripciones de identidad’. Puede ser que su perspectiva haya estado centrada en Puerto Rico, pero basta un vistazo al mundo de hoy para caer en cuenta que, tal vez, pudo estar hablando de una Latinoamérica cada vez más fragmentada por el sueño americano.
La cantante y compositora Camila Cabello no es puertorriqueña, pero su experiencia como descendiente cubana y mexicana que reside en Estados Unidos se puede emparentar de inmediato con aquella teoría. ‘A medida que estoy creciendo estoy poniendo en contexto la historia de mi vida’, asegura para su segunda portada de Vogue México y Latinoamérica. ‘Viví en Cuba y en México hasta los siete años antes de mudarme a Miami, a los 15 me mudé a Los Ángeles y ese fue el momento en el que hice la full transición a Estados Unidos, sin tener esa cultura latinoamericana de mi familia’. Hoy a sus 25 años de edad y con una exitosa carrera detrás se encuentra redescubriendo un mundo casi olvidado y abrazándolo más fuerte que nunca.
‘Haciendo mis discos no estaba tan conectada a mis raíces. Yo escribía mi música en inglés y en el estudio estaba con gente del mundo estadounidense y, a medida que estoy creciendo, me doy cuenta que es importante para mí no solo traer al estudio canciones de mi infancia a productores y colaboradores estadounidenses, sino poder compartirlo con gente que también es latina’. Sus intenciones son claras y basta escuchar su más reciente producción discográfica para caer en cuenta. ‘Eso lo hace más una conversación y no solo un diálogo de un solo lado. Es lo que me trae más alegría en mi vida ahora mismo’, cuenta con emoción.
Familia, su tercer disco de estudio como solista que vio la luz en abril de este año, no es solamente una prueba más de su talento como cantante y compositora, también es una muestra de su viaje personal a través de una cultura que sentía tan cercana y distante a la vez. La vida en la diáspora latina, esa que Quiñones tanto analizó, ha alcanzado su punto más alto y ha desarrollado una identidad propia que se sostiene de sus experiencias y aprendizajes. Una lección que Camila Cabello ha sabido explorar con cautela e inteligencia, y que ha decantado en el momento más honesto de toda su trayectoria hasta ahora.
‘Me siento muy orgullosa de ese disco, ahora estoy ensayando para salir de tour en Sudamérica. Por primera vez estoy otra vez cantando y viviendo estas canciones, la última vez que las disfruté y viví fue cuando las escribí en el estudio, hace un año. Poder disfrutarlas otra vez con coreografía, movimiento y una banda en vivo y tener la oportunidad de compartirlas con el público me ha hecho enamorarme otra vez con el disco, con todo el concepto y todos los temas. Un disco que tiene mucho de mi cultura sónicamente, pero también los conceptos de familia, de disfrutar con tus amigos y autenticidad’.
Pero Familia se siente como algo más, una especie de terapia que cierra el círculo de Camila Cabello en su lucha para visibilizar la salud mental. ‘Hacer este disco fue una experiencia super catártica porque canciones como Psychofreak fueron todo un proceso para escribir. Ricky (Reed) tenía ese beat y yo me fui al micrófono y empecé a freestylear. Había como ocho minutos más de esas letras y las condensamos en la canción que es ahora, pero eso provoca decir cosas como ‘cuando hacemos el amor no me siento presente y tengo ansiedad’. Entonces cuando regresas al cuarto todos te dicen: ‘no sabía que estabas viviendo eso, ¿qué te pasa?, ¿estás bien?’. Hay que hablar de eso, yo me acuerdo que me sentía muy incómoda. Si tú estás siendo muy honesta en tu música, también tienes que ser honesta con el productor y con las colaboraciones. Se siente muy vulnerable y debes tener esas conversaciones para poder hacer la mejor canción, porque lo más honesto es lo mejor’.
Comenzó su carrera en la industria del entretenimiento a temprana edad y con los años ha aprendido a aprovechar cada una de las oportunidades que se le han brindado, desde formar parte de un grupo juvenil hasta aparecer en pantalla grande como actriz. Las enseñanzas han sido muchas, durante diez años Camila Cabello ha aprendido a ‘evolucionar como persona y leer, no solo escuchar música, encontrar inspiración en autores (como Sally Rooney)’, también se ha dado cuenta de que ‘cuando exploras esos pensamientos raros que tú tienes, te hace pensar que no eres la única que está viviendo algo’ y, sobretodo, ha perfeccionado la manera de crear su arte, un arte que ha encontrado cobijo en millones de personas alrededor del mundo: ‘mientras más detallado lo hagas es mejor. No son las generalizaciones, son los detalles los que hacen sentir una canción o una emoción real, porque subconscientemente sabes que alguien no inventó eso, sino que es un sentimiento más grande’, detalla.
Sus formas de explorar una compleja latinidad no son nuevas, siempre han estado ahí, pero es ahora cuando palpitan más fuerte y cuando más honestas se perciben. Esa relativa nueva identidad se ha construido al paso de los años y le ha dado lo mejor de los mundos que la conforman. En Familia uno puede notarlo de inmediato, con sus constantes referencias a su pasado y su presente, con la inclusión de su familia directa en el proceso y con las melodías que logran crear una versión del pop estadounidense más cálida y familiar. ‘Quería que mi vida fuera un paralelo de lo que quería hacer con el disco’, asegura la cantante.
Y lo logró. ‘Todo el tiempo (mientras grabábamos el disco) fueron como tres o cuatro personas que se convirtieron en mis hermanos, estábamos todo el tiempo juntos. Yo cocinaba, cenábamos y hablábamos. Ese era el paralelo de Familia, siempre pensaba en una mesa de cena con tus amigos, compartiendo y comiendo buena comida. Esa intimidad y esa cercanía. Era un momento en donde valoraba más la interdependencia que la independencia’, detalló sobre el proceso creativo de su álbum.
Y es que la Camila Cabello de 2022 no es la misma que era antes de la pandemia que hizo revalorar al mundo su condición como humanidad. ‘Siento que en nuestra sociedad hubo un momento así de solitario, que ya ha pasado por los tiempos que hemos vivido de Covid. Nos dimos cuenta que necesitamos a las otras personas para la salud mental, pero creo que sí había momentos en donde se glorificaba mucho poder ser feliz tú sola, lograrlo tú sola, estar en el precipicio de la montaña tú sola. Y yo quería abrazar el discurso de que necesitas a otras personas para vivir tu vida más sana y feliz, que nadie puede hacerlo solo’.
Es una lección que tarde o temprano todos aprendemos y una filosofía que Camila ha convertido en una más de sus cruzadas. ‘Una cosa que me inspiró mucho fue el Tiny Desk de C. Tangana. Inspiró mucho mi vida personal y lo que yo quería para esa etapa de mi vida. Esa imagen de la mesa, el vino y la comida mientras todos cantan. Él es un artista, pero el resto de la gente que está ahí forma tanta parte del performance como él. Esa imagen y esa buena vibra que crearon en ese performance me hicieron querer que mi vida creativa fuera súper divertida. Cuando estás en un sector de la industria de la música como el pop todo es referente al individuo, pero eso es muy solitario. Puede ser entretenido para otras personas, pero para mí es un tanto solitario’.
Con cada acción parece acercarse más a esa cultura que tanto anhela y en la que, a pesar de sus esfuerzos, todavía se siente ajena. ‘He tenido tiempos en mi vida donde extraño mucho la cultura latina. Pero si me voy a vivir a México o a Cuba siempre pienso que por mucho tiempo voy a ser la persona que no tiene los años de cultura que han vivido las personas de ahí, en esos lugares voy a ser la gringa, a pesar de que en Estados Unidos yo me siento latina’. Es aquella necesidad de mantener una identidad y la inevitable manera de forzar la descripción de una nueva. Sin embargo es, también, el motor para rodearse de personas clave para crecer.
Entre sus productores, Familia cuenta con la participación de Edgar Barrera y Cheche Alara, dos de los personajes clave en muchos de los éxitos musicales latinoamericanos de las últimas décadas. ‘Era la primera vez que escribía y hacía música con gente latina’, cuenta sobre la experiencia. ‘Poder poner Un montón de estrellas de Polo Montañez y que Edgar y Cheche la conozcan y me pusieran otras canciones similares me hacía sentir como en casa’. Una casa llena de una tradición musical tan inmensa como llena de vida. ‘Yo ponía canciones como Color esperanza de Carlos Vives, La vida es un carnaval de Celia Cruz o Yo no sé mañana de Luis Enrique y lo que tienen en común todas ellas es que hablan de la ironía de reírse de las tragedias. De eso no hay canciones en inglés’.
Ahora está más cercana a una dinámica mucho más humana y se encuentra envuelta en el calor de una identidad que nunca termina de ofrecer aprendizajes. ‘Estos últimos dos años estuve en el núcleo de mi familia, así que las canciones que oía era la música con la que crecí, la que escuchan mi mamá y mi papá (early 2000s). Ahora es como la primera vez que siento que de verdad estoy en contacto con la música de ahora y para mí es muy emocionante tener a alguien como Bad Bunny, por ejemplo. No puedo contar las veces que he escuchado su último disco. Poner esas canciones en mi carro y ver los TikToks de la gente de mi generación haciendo los bailes me hace sentir más conectada a mi gente y a mi cultura. Siendo yo una mujer latina en los Estados Unidos, la música para mí es un ancla de quién soy. También el idioma, aunque no estés en Latinoamérica te hace sentir conectada con tu gente. Amo eso’.
Y es en esa gente en donde ha encontrado la máxima inspiración para convertirse en la persona que es ahora y en la que será en el futuro. Alguien a quien le interesa abrazar el concepto de familia más allá de las banalidades del término. ‘Mi mamá siempre habla del 24 de diciembre en Cuba, todo el mundo venía a nuestra casa, amigos y familia, era una casa llena de gente, mi abuela cocinaba los frijoles y mi abuelo hacía el puerco. En México tengo un montón de primos, tíos y tías y toda esa casa llena de gente y de comida se perdió para la generación de mi familia. Vinimos a los Estados Unidos y era solo yo y mi mamá, al principio, después yo, mi mamá, mi papá y mi hermana y después lentamente vinieron mi abuelo y mi abuela, pero yo a esa edad estaba en The X-Factor. Tuvimos una experiencia muy diferente a la de mi mamá y mi papá. Yo quiero recrear eso para mi familia, tal vez a mis hijos en el futuro, ahora quiero ir a Miami y decirle a mi familia que está ahí ‘vengan para acá’ y reconectar con eso, porque yo extraño algo que no completamente pude vivir. Lo quería recrear en este disco, literalmente con mi familia, porque resuena conmigo en muchos niveles. Quiero una casa llena de ruido y gente’.