La demanda de interrupción del embarazo aumentó ostensiblemente en varias ciudades mexicanas después que Estados Unidos cambiara su legislación.
Hace un año que la Suprema Corte de México despenalizó el aborto hasta la semana doce de gestación. Lo que significó un triunfo en la lucha por el derecho de las mexicanas a decidir sobre su cuerpo, también transformó al país en una de las mejores alternativas para las mujeres estadounidenses a la hora de poner fin a un embarazo. Esto, después de la resolución de la Corte Suprema de Estados Unidos, que anuló la histórica sentencia conocida como Roe contra Wade que garantizaba el derecho a interrumpir la gestación.
Con la resolución judicial, la nueva restricción al aborto en EE.UU. quedó al arbitrio de cada estado, convirtiéndose prácticamente en una prohibición en varios lugares, sobresaliendo Ohio, Kentucky, Alabama, Missouri, Dakota del Sur, Tennessee, Arkansas y especialmente Texas, donde se suma la “ley del latido”, que prohíbe interrumpir el embarazo si se detecta actividad cardíaca embrionaria o fetal, haciendo que este sea el estado más estricto en cuanto al aborto.
Aumento sostenido
Las organizaciones y clínicas que ofrecen interrumpir embarazos en México hace meses que sienten el aumento de solicitudes provenientes del país vecino. Son muchas las mujeres que cruzan la frontera o viajan a la capital mexicana para abortar de forma segura. En otros casos, se les hacen llegar los medicamentos para poner fin a la gestación sin riesgo.
Así lo relata a DW Verónica Cruz, directora de la organización feminista Las Libres, en Guanajuato, que ofrece aborto con medicamentos de forma gratuita. Ahí iniciaron un trabajo especial para acoger a las mujeres estadounidenses que llegarían a buscar ayuda luego del cambio de legislación. “Nosotras impulsamos una red de apoyo pensando en las mujeres de Texas, pero en junio vino lo de la “Roe versus Wade” y aumentó la demanda a números muy altos. Para hacerse una idea: de las diez mujeres que acudían a nosotros al día, pasamos a cien consultas diarias, luego se ha estabilizado y ya promediamos entre treinta y cuarenta mujeres diarias a las que acompañamos”.
“La gran mayoría de quienes acuden a nosotros desde Estados Unidos siente un alivio por encontrar este recurso, porque muchas están desesperadas y angustiadas, no solo por la criminalización, sino porque no tienen dinero”, cuenta Verónica Cruz, que también aclara que ellos practican el protocolo de la Organización Mundial de la Salud, que “se puede utilizar en todo el mundo y que establece que el aborto es completamente seguro hasta la semana 12 de gestación, teniendo todo el soporte e información, que es lo que nosotros hacemos”, dice.
Las clínicas también reflejan la demanda
En cuanto a los números, el patrón se repite en el caso de las atenciones en centros hospitalarios. Luisa García, directora de la clínica Profem en Tijuana lo confirma: “Hace dos meses se puede observar un aumento real de demanda de parte de mujeres estadounidenses que viajan a nuestras distintas sucursales para abortar. Este mes, por ejemplo, hemos atendido a seis pacientes que vienen de Texas, lo que es muy raro para nosotros, y en promedio estamos atendiendo a 30 mujeres al mes que provienen y viven en Estados Unidos”.
Tanto para Verónica cruz como para Luisa García, el aumento de consultas y abortos de mujeres provenientes de Estados Unidos seguirá aumentando con el paso de los meses, debido a las nuevas medidas que se puedan imponer o cambiar respecto al aborto en el resto de los estados de ese país. “A medida que se apliquen nuevas restricciones, sin duda que serán más las estadounidenses que acudirán a nosotros”, asegura Luisa García. (ms)
Los comentarios están cerrados.