En marzo del próximo año la región podría enfrentar una sequía severa si no se presentan lluvias considerables.
La falta de lluvia y el calentamiento global, han provocado ya una crisis de agua en la frontera de Texas con México, pues los dos embalses binacionales del Río Grande, la Presa Falcon y la Presa de la Amistad, prácticamente están vacíos y de estos reservorios dependen millones de ciudadanos de ambas naciones, así como también miles de millones de dólares en agricultura.
Actualmente la cota de referencia llega en la presa Falcon a tan solo el nueve por ciento de su capacidad, mientras que el de la Amistad cuenta con menos de un tercio de agua.
María Elena Gine, comisionada que maneja el Tratado de Aguas entre EU México, designada por la Comisión Internacional de Límites y Aguas, dijo al Texas Tribune que “este es un momento histórico en términos de los desafíos que enfrenta nuestra agencia”, refiriéndose a los mínimos históricos en los que se encuentran los depósitos de agua.
Esta situación ha orillado a que algunos condados de Texas emitan declaraciones de desastre para indicar que los ciudadanos presten atención especial en el cuidado del agua, incluso se han prohibido los riegos o se han establecido horarios para ello. Se prevé que si no llegan lluvias considerables, los suministros de agua actuales podrían agotarse para marzo de 2023, lo que representa que alrededor de 3 millones de personas que viven en ambos márgenes del río Bravo, sufrirían las consecuencias.
Por ejemplo, una de las regiones más pobladas entre Texas y México es el área conocida como el Valle del Río Grande, que abarca aproximadamente 40 ciudades en el estado de la estrella solitaria e incluye grandes municipios en México como Matamoros y Reynosa en Tamaulipas, la mayoría de estas localidades han duplicado su población desde la década de 1980, fecha desde la cual el suministro del vital líquido solo se ha reducido.
El 70 por ciento del agua que llega al valle proviene de la humedad del Golfo y las montañas del norte de México, el país le entrega un tercio de este recurso a Texas en virtud del Tratado de Aguas en el que se estableció cómo ambos países compartirían las aguas del Río Grande y el Río Colorado. Sin embargo, desde hace dos años la República Mexicana no ha suministrado la cantidad correspondiente del líquido debido a la sequía que enfrenta.
De esta manera la gente del Valle del Río Grande no tiene expectativas de recibir próximamente agua de esta fuente.
La región no tiene muchas opciones, los planes de emergencia incluyen transportar agua en camiones desde otros lugares -que también necesitan el líquido porque la sequía afecta a todo Texas-, reforzar el cuidado del recurso, ampliar las tomas de agua, y orar -dicen algunos-, para que pronto llegue un huracán a la región que traiga suficiente agua para llenar los embalses.